jue, 18 jul 2019 07:09:00
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Convivencia, aprendizaje, intercambio cultural, práctica del inglés, diversión y emociones a flor de piel son solo algunos de los ingredientes que han hecho del campamento juvenil internacional en Balatonlelle (Hungría) toda una experiencia vital para el grupo de ocho adolescentes valdemoreños que este año han participado en el mismo por cortesía del Ayuntamiento de Gödöllö, en el marco del acuerdo de colaboración que mantiene con el Consistorio de Valdemoro desde 2008.

Un total de 80 chicos y chicas de diez países han compartido durante una semana -entre el 6 y el 13 de julio-, competiciones, juegos, actividades deportivas, visitas turísticas, una reunión de Naciones Unidas en la que los distintos grupos realizaban propuestas políticas para que el resto las votara y hasta un Festival de Eurovisión en el que ellos mismos presentaban sus canciones a concurso. Esta cita demostró la pujanza internacional de la música en español ya que de los cinco conjuntos -cada uno integrado por 15 jóvenes de diez nacionalidades-, tres optaron por canciones en castellano. Las elegidas fueron La bamba -todo un clásico- y dos de Álvaro Soler, Tu cintura y Sofía. La archiconocida Numa numa yei, y el tradicional canto hebreo a la alegría Hava Nagila completaron la lista de candidaturas al reinado eurofestivalero. 

La original presentación audiovisual de Valdemoro, como si de Regreso al futuro se tratase, fue especialmente aplaudida por los representantes del resto de países y concluyó con una degustación de dulces típicos españoles. 

Durante la estancia en Hungría, además de disfrutar del entorno natural del Lago Balatón -donde acudieron distintas personalidades húngaras, además del alcalde de Gödöllö, György Gémesi, a darles la bienvenida- se acercaron al municipio de Siófok, recorrieron las calles de Budapest, donde visitaron el Parlamento, y tuvieron la oportunidad de conocer in situ Gödöllo, la ciudad anfitriona, a la que ya se habían aproximado con el trabajo que les dio el pasaporte al campamento. 

En definitiva, un montón de vivencias y de relaciones humanas que han hecho del campamento una experiencia única, por lo que no es de extrañar que a la hora de las despedidas, del intercambio de direcciones y teléfonos, de redes sociales, las lágrimas hicieran acto de presencia en muchos de los rostros de los participantes.