DE INTERÉS PARA TU SALUD

Volver a la página índice
lun, 13 ene 2020 08:14:00
$htmlUtil.escape($Titulo.getData())
El ictus cerebral es tratable. Desde este planteamiento positivo, el doctor Javier Pardo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Infanta Elena (HUIE), ofrece una serie de recomendaciones para prevenir este accidente cerebrovascular que en España sufren cada año entre 135 y 175 personas por cada 100.000 habitantes y que afecta a una de cada seis personas a lo largo de su vida.

Entre los factores de riesgo del infarto cerebral -cuyo índice de mortalidad se encuentra en torno al 14% y es la primera causa de muerte en mujeres- se encuentran, entre otros, la diabetes, la hipertensión, el tabaquismo o el consumo de alcohol, por ello nunca es demasiado pronto para iniciar la prevención llevando una vida saludable y controlando los niveles de la tensión arterial, el colesterol y la glucosa en sangre. 

Una alimentación variada y equilibrada en la que se limite el consumo de azúcares y grasas y la presencia del ejercicio físico como un hábito cotidiano son circunstancias que contribuyen a reducir las posibilidades de sufrir un ictus.   

Alertas: lenguaje, movilidad y equilibrio
Los signos de alerta afectan a tres áreas fundamentales de la función neurológica: el lenguaje, la movilidad y el equilibrio. El trastorno del habla o de la visión, la falta de estabilidad o la pérdida de fuerza en las extremidades son algunos de sus síntomas y se pueden dar de forma simultánea o individual y suelen presentarse bruscamente. 

En el momento en el que se identifique cualquiera de ellos, lo primero que se debe hacer es llamar al 112, ya que una rápida actuación es de vital importancia para el futuro del paciente. La precocidad en la identificación del infarto cerebral es determinante para la curación y para garantizar una buena calidad de vida a la persona afectada. 

Las secuelas pueden ser múltiples y dependen del área dañada y de la rapidez en la aplicación de medidas terapéuticas. Las más leves pueden desaparecer por completo, pero las más graves pueden conducir a una discapacidad severa permanente.