Valdemoro acaba de saldar una deuda histórica con uno de sus hijos más ilustres, el misionero jesuita Diego de Pantoja (1571-1618), una figura que ha permanecido a la sombra de su contemporáneo, el también jesuita Matteo Ricci, pero de una trascendencia fundamental en el origen de las relaciones entre Oriente y Occidente. Los más de 20.000 valdemeños que utilizan a diario el servicio de Cercanías, verán el monolito que el Ayuntamiento ha dedicado al padre de la sinología con el que se nomina la glorieta situada en este extremo del paseo de la estación.