DOCUMENTOS SINGULARES

300 años de la fundación de la cofradía del santísimo cristo de la salud

 

En marzo de 1721 medio centenar de vecinos y doce sacerdotes de Valdemoro se dirigían al Arzobispado de Toledo con el fin de que aprobara unas ordenanzas que les daría carta de naturaleza para venerar al crucificado que se custodiaba en la ermita de la Sangre de Cristo, extramuros de la población. La tramitación no se alargó demasiado y el 2 de mayo del mismo año el arzobispo Diego de Astorga y Céspedes, plasmaba su rúbrica en el documento que recogía derechos y obligaciones de todos los que quisieran formar parte de la recién nacida institución. 

Durante estos trescientos años miles de devotos del Cristo de la Salud de Valdemoro han formado parte de esta hermandad unida por el fervor a una imagen que se veneraba en un pequeño oratorio desde el siglo XV. Año tras año han procesionado por las calles del pueblo sin que las crisis económicas, que afectaban al caudal de la cofradía o las inclemencias meteorológicas hayan impedido ese acto de religiosidad. Solo entre 1936 y 1939 con motivo de la Guerra Civil y en 2020 y 2021 a consecuencia de la pandemia de COVID-19 el patrón de la villa de Valdemoro ha permanecido en su ermita sin poder procesionar.  

 

 

MARCO HISTÓRICO


 

Valdemoro ocupa un lugar privilegiado en el mapa físico de la región madrileña: ubicado en el Camino Real de la corte hacia Aranjuez desde la Edad Moderna se convirtió en punto propicio de paso y descanso para los monarcas en sus desplazamientos hacia el Real Sitio. Esa coyuntura modificaba el ritmo cotidiano de la población y favorecía el intercambio de pensamientos e ideas fraguando, poco a poco, las mentalidades colectivas. El tejido socioeconómico no era muy distinto al de una localidad rural de la zona: un número medio de labradores adinerados, una escasa representación de la hidalguía sin título, pequeños comerciantes y el resto repartido entre aparceros, clérigos, viudas y desocupados. En conjunto formaban un contingente demográfico en torno a 2.000 habitantes, inalterable prácticamente a lo largo del Antiguo Régimen. Instituciones laicas y eclesiásticas e individuos de toda índole fueron dejando testimonios escritos de sus actos en múltiples documentos de diversa tipología. En este sentido, las cofradías fueron multiplicándose desde principios del siglo XVI como medio de ayuda a sus correligionarios en momentos de dificultad económica y en el acompañamiento a la hora de la muerte. En las ordenanzas de las distintas corporaciones quedaba muy claro el grado de solidaridad ineludible para con sus miembros.

El siglo XVII fue testigo de uno de los momentos de mayor apogeo en las fundaciones cofrades. La compra del señorío por el duque de Lerma y la vuelta de la capitalidad a Madrid coadyuvaron a la llegada de nuevos planteamientos de sociabilidad religiosa. A la vista del acervo documental debemos reflexionar sobre esta época de abundancia creciente de fundaciones, relacionada también con los antiguos postulados tridentinos en defensa de la propagación de la doctrina cristiana. 

La presencia de tres centros religiosos fundamentales en el municipio: la iglesia parroquial, el convento carmelita y el franciscano, además de los hospitales y las ermitas, canalizaron y potenciaron las devociones de los valdemoreños, además de diversificar la religiosidad según sus preferencias o condicionamientos estamentales. Los púlpitos conventuales, parroquiales y los ubicados en las capillas de los hospitales difundieron entre sus feligreses una ideología acorde a sus postulados y consiguieron modificar sus conductas. A partir de ese momento las fundaciones de cofradías se multiplican y su desarrollo se muestra en total plenitud. 

La devoción al Cristo de la Salud en Valdemoro se remonta a los últimos años del siglo XV o primeros del XVI. Venerado en un primer santuario ubicado en el antiguo camino de Aragón, al norte del casco urbano, pronto se convirtió en un concurrido lugar de peregrinación. En un principio se denominó ermita de la Sangre de Cristo o Vera Cruz, a cuya construcción contribuyeron con sus donaciones los fieles del pueblo.

En mayo de 1721, gracias a la voluntad de un grupo de naturales de Valdemoro y algunos vecinos de Madrid, se fundaba la cofradía del Cristo de la Salud, momento aprovechado para remozar el edificio y el retablo que albergaba la talla reverenciada cuyo proyecto fue acometido tan sólo dos años después. Y es en el capítulo 1º de las ordenanzas donde se establece que el domingo inmediato después de la festividad de la Cruz (día 3 de mayo) se celebrará la fiesta del Santísimo Cristo, como ha venido sucediendo desde entonces.

La documentación conservada en el Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Valdemoro y en el Archivo Diocesano de Toledo son muy explícitos al respecto: el aumento considerable de la devoción, unido al mal estado de la fábrica y a la intención de incrementar el culto había generado un interés manifiesto de emprender una de las intervenciones más costosas y de mayor envergadura realizadas en el santuario. Para conseguir el objetivo, además del arreglo imprescindible, la cofradía planeaba ampliar quince pies el edificio, iniciativa que ascendió a 30.000 rs. La intervención de los cofrades con mayor potencial económico y social hizo posible que los trabajos se llevaran a cabo, así como que proporcionaran los objetos cultuales necesarios: numerosas lámparas, cálices, joyas, vestimentas litúrgicas y pinturas fueron ofrendados para engrandecer la obra. Miembros de la aristocracia e incipiente burguesía madrileña no dudaron en beneficiar al crucificado y su santuario: D. José Flon y Zurbarán, el conde de la Cadena, el marqués de Grimaldo, la duquesa de Uceda, el marqués de Alcañices, entre otros, contribuyeron con generosos donativos al cuidado posterior. 

A partir de entonces su cabildo estaría encargado de acometer las tareas imprescindibles para la conservación del patrimonio. Las aportaciones de los ilustres personajes que integraron sus filas desde entonces, las cuotas de entrada de nuevos cofrades y otro tipo de ingresos como los procedentes de limosnas, de rifas anuales y de espectáculos taurinos y teatrales, mantuvieron ermita y religiosidad sin alteración a lo largo del tiempo. El Ayuntamiento de Valdemoro también se ha comprometido con la organización y magnificencia de la fiesta, desde que el Cristo de la Salud fuera nombrado patrón del la villa a finales del siglo XVIII. 

 
 

ANÁLISIS DOCUMENTAL


 

El 2 de mayo de 1721 el Arzobispo de Toledo, don Diego de Astorga y Céspedes, aprobaba las ordenanzas de la Cofradía del Cristo de la Salud de Valdemoro. Se trata de uno de los documentos más importantes para la organización cofrade y fueron esenciales para el funcionamiento y desarrollo de las cofradías. En ellas anotaban con minuciosidad las obligaciones y prestaciones a las que tenían derecho sus componentes, además del sistema electivo de cargos, sistema económico y, en general, todo aquello en ayuda tanto del servicio divino como del beneficio de la propia hermandad, hasta el punto de ser la principal fuente jurídico-normativa de gobierno y gerencia. En buena parte de las ocasiones las ordenanzas, aunque respondían al sentir y parecer de la congregación, fueron redactadas por escribanos profesionales con normas similares para diferentes cofradías, luego resulta imposible calcular la medida en que influyeron dichos funcionarios al componer los capítulos. 

Las ordenanzas de la cofradía del Cristo de la Salud repiten una tipología similar al resto de hermandades valdemoreñas: en primer lugar la intitulación: Cofradía del Santo Cristo crucificado con el título y renombre de la Salud,  y el lugar donde estaría radicada la cofradía: ermita que llaman de la Sangre de Cristo, seguido de la exposición de motivos de la fundación y los fines que deseaban alcanzar. 

A continuación las reglas divididas en doce apartados estructurados y numerados, denominados constituciones. En esta parte se desarrolla el corpus fundamental dividido en tres secciones elementales: la primera reguladora del funcionamiento y administración de bienes; la segunda destinada al culto y las funciones a realizar y, la tercera, definidora de los aspectos benéfico-asisten ciales. Apartados que nos hablan de las pautas a seguir por aquellos interesa dos en formar parte de la congregación. Finaliza el documento con la solicitud al Consejo Arzobispal de su otorgamiento que, una vez concedido, fue añadido al final del a modo de validación. 

El documento forma parte del Libro de cuentas de la cofradía del Cristo de la Salud, 1721-1892, cuyo original se conserva en el Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Valdemoro, existiendo una copia digital en el Archivo Diocesano de Getafe.