POr las que fueron, somos. por las que somos, serán.
La palabra sororidad define la relación de solidaridad entre las mujeres al percibirse como iguales y sentir que pueden sumar fuerzas para cambiar una realidad que las discrimina por razones de género. Aunque es un término acuñado recientemente, el vínculo al que alude es tan antiguo como la humanidad.
Esta exposición con fotografías procedentes de los fondos del Archivo Municipal y del Departamento de Comunicación del Ayuntamiento de Valdemoro plasma esa hermandad entre mujeres y cómo ha evolución desde los primeros años del siglo XX hasta el año 2022.
A lo largo de la historia las mujeres han configurado una alianza femenina de apoyo mutuo y complicidades que les hace sentirse fuertes frente a una sociedad que las relega e invisibiliza. Amigas, hermanas, confidentes, compañeras, hijas, madres, abuelas, vecinas…, –maestras todas– han conformado una unión ancestral y cósmica que traspasa generaciones y acompaña cada paso de su existencia, desde la cuna hasta el final.
Una hermandad que se fraguaba al calor de los juegos infantiles, los parvularios y las escuelas, los paseos adolescentes, las conversaciones íntimas, los momentos iniciáticos, las fiestas populares, las labores agrícolas, los fogones y las viandas, los talleres de confección o las noches al fresco. Instantes que quedaron plasmados en imágenes que, más allá de las personas y los lugares, retratan un universo propio hecho de piel, secretos, revelaciones, aprendizajes y tradiciones, pero también de ruptura de convencionalismos, abandono de estereotipos, rebeldía ante modelos impuestos y reivindicación de derechos y libertades.
En las épocas en las que una mujer rara vez salía sola a la calle, el apoyo mutuo y la energía del grupo les infundió la fuerza necesaria para experimentar una autonomía compartida que se fue transformando en independencia personal.
Con el avance de la pasada centuria, esa relación fue adquiriendo otras formas y conquistando espacios en los que la presencia de mujeres era muy minoritaria cuando no, nula: las canchas deportivas, la política, los medios de comunicación, el mundo empresarial o los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Esta circunstancia ha contribuido a un despertar consciente del hecho mismo de ser mujer y sujeto de derecho en plano de igualdad con los hombres.
Ese es el germen del empoderamiento que hoy impulsa y expande el feminismo a través de la sororidad. Todas y cada una de las mujeres que han integrado esa unión cósmica desde tiempo inmemorial compartieron, heredaron y transformaron ese legado, generación tras generación. Todas y cada una de ellas son partícipes e impulsoras de la construcción progresiva de una sociedad igualitaria.
Por las que fueron, somos. Por las que somos, serán.
Las fotografías también hablan por sí mismas de esta metamorfosis.
Durante el primer tercio del siglo XX son imágenes muy estáticas que imitan a la pintura y están coreografiadas por quien está detrás del objetivo. Las mujeres se retratan posando individualmente o en parejas –generalmente con lazos de sangre–, en actitud formal y envarada, casi solemne, en escenarios fríos que casi siempre son el estudio del fotógrafo.
La espontaneidad va incorporándose a las actitudes al tiempo que lo hacen los espacios naturales y los edificios públicos y privados, mientras que los posados individuales ceden el testigo a instantáneas en movimiento protagonizadas por grupos de mujeres –con vínculos de amistad o familiares e incluso de varias generaciones– que miran a la cámara de tú a tú, de frente y sin disimulo. Están orgullosas de ellas mismas, de lo que las une y de sus emociones y lo expresan abiertamente.
La exposición evidencia cómo la mujer ha ido tomando posesión de su papel en la sociedad de forma simultánea a la progresiva democratización que ha experimentado la fotografía. Ambas abandonaron lo encorsetado para ganar frescura y espontaneidad en un proceso paralelo que ha enriquecido y retroalimentado a la historia y al arte.
Galería de imágenes: