Reglamento del Círculo de la Amistad de Valdemoro, 1898

En el último cuarto del siglo XIX Valdemoro era un pueblo agradable para vivir, bien comunicado con la capital y con un clima saludable, según opinaban los cronistas de la época. Las aguas que manaban de sus fuentes y pozos eran, por lo general, potables y los campos cultivados de cereales, viñas y olivares satisfacían las necesidades del vecindario. En cuanto a la vida cultural de la localidad, tenor de las crónicas de finales de siglo, parecía contar con mejores condiciones que otras poblaciones del entorno: "Valdemoro no está relativamente desfavorecido en cuanto a su cultura intelectual […], además de las escuelas de niños, niñas, párvulos y adultos; [contaba con] biblioteca popular y clase de latinidad […]; un pequeño casino, y un teatro propiedad del Municipio, que llena, aunque no con desahogo, las pequeñas necesidades del municipio". En realidad, los vecinos también gustaban de reunirse en las tertulias organizadas en otros casinos diseminados por el casco urbano: El círculo del progreso, La flor, El recreo, El círculo de la unión y El círculo de la amistad, fundado en 1892, seguramente colmaron las necesidades asociativas de un amplio sector de la sociedad.

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