Marco histórico

 

El hospital de San José fue fundado a finales del siglo XVIII por un matrimonio natural de Valdemoro y residentes en Madrid, José de Miranda e Isidora Maroto. Esta pareja había entrado en contacto unos años antes con los Hermanos Obregones, regidores del antiguo hospital de la Concepción desde 1632, que les pusieron de manifiesto la penosa situación económica que atravesaba el establecimiento hospitalario. Las penurias eran muchas pero las más acuciantes eran el estado ruinoso del edificio en el que ejercían la hospitalidad, las exiguas condiciones higiénicas y la falta de medios para repararlo. Los cónyuges, deseosos de poder socorrer en la medida de lo posible tales carencias, decidieron comprar unas casas espaciosas y cederlas para tan encomiable fin, con el único requisito de consagrar el recinto a San José, tal vez en homenaje al patronímico del marido y a las funciones protectoras del santo, uno de los principales abogados para lograr una buena muerte. 
Se desconoce la trayectoria social seguida por los patronos, pero es fácil suponer que ostentaban una sólida posición adinerada basada en la tenencia de bienes raíces; circunstancia que, seguramente, les llevaría a relacionarse con una de las familias más importantes de la villa, los Lerena, y a contactar con Pedro López de Lerena, secretario de Estado y del Despacho Universal de la Real Hacienda, asentado en la corte desde hacía tiempo. Esa presumible amistad hizo posible que el matrimonio Miranda frecuentara los círculos de poder madrileños y deseara plasmar la preponderancia conseguida por medio de la nueva fundación benéfica y así resaltar visiblemente en la comunidad de su pueblo. El plan ideado por los promotores era ambicioso y también afectaba al antiguo edificio [el hospital de la Concepción, ubicado en la actual plaza de Autos], siempre pensando en favor de los vecinos de pocos recursos, sentimiento encubridor de un marcado afán de protagonismo de los donantes:
"… y que donde está el Hospital antiguo se fabriquen a expensas del mismo caudal [expolios y vacantes] algunas casas bajas con solo un piso, que costaran poco, serán útiles al Pueblo, y su producto cederá en beneficio del Hospital. Interesado S.M. de todo, se ha dignado aprobarlo, y en su consecuencia manda que disponga V.S. lo que halle por mas conveniente, a beneficio y para la mejor asistencia de los pobres y enfermos que acuden a curarse al mencionado Hospital…".
 
Entre los requisitos manifestados en la escritura de cesión solicitaban que el nuevo hospital estuviera bajo la jurisdicción real ordinaria de la villa y su Ayuntamiento, de cuyos regidores esperaban los otorgantes cuidaran a perpetuidad de la asistencia y engrandecimiento. 
"Por dicha escritura reconocerán vuestras mercedes quedar a la Justicia y Ayuntamiento perpetuamente la misión y solicitud del buen cobro y régimen de ese Hospital, cuyo desempeño debe confiarse del celo y caridad de los individuos que componen y compondrán ese Ayuntamiento".
La ayuda prestada a la empresa por Lerena, que gozaba de gran prestigio ante el monarca, sin duda contribuyó a agilizar los trámites burocráticos e incrementar los bienes iniciales y, poco después del legado dotacional, recibiría la cantidad de 15.000 rs. de vellón: 10.000 procedentes de los caudales del fondo pío beneficial del Arzobispado de Toledo y los restantes como asignación anual a cargo de los fondos de expolios y vacantes (la mitad de los bienes dejados por los obispos a su fallecimiento y de las rentas de obispados vacantes se atribuía a la hacienda regia con el fin de destinarlos a fines piadosos y de beneficencia). 
 
BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA: 
MARTÍN GARCÍA, Nuria y otros: "Hospital de San José", en Edificios que son historia. Valdemoro, Madrid, Ayuntamiento de Valdemoro, 2007, pp. 212-221.